Julio Alejandro Caceda
La educación de calidad para todos y todas es un derecho. En nuestro país, durante 20 años se apostó por la competencia de mercado como el principal factor para alcanzar la calidad en la educación universitaria. Diversas cifras han demostrado el fracaso de este modelo e incluso de cómo llevo al deterioro de la calidad en general.[1] En el presente artículo presentaré una serie de “fallas de mercado” que explicarían de cierta forma el porqué de este fracaso y por qué es necesario regular el sistema universitario de otra forma.
¿Por qué fracaso?
1. Por los distintos tipos de fallas en la información:La información sobre bien es fundamental al momento de elegirlo. Si una zapatilla es de mala calidad, los usuarios lo sabrán y lo dejarán de comprar, por tanto, desaparecerá. En nuestro país, las universidades de mala calidad no han desaparecido por diversos motivos de asimetrías de información:
- Los resultados de la educación (y, por tanto, la calidad del servicio) solo se podrá saber después de haber adquirido el servicio, cuando se busque conseguir trabajo, cuando ya es muy tarde para cambiarlo.
- Descubrimos la calidad de los bienes a partir de ir comprándolos, acertando y a veces errando en lo que compramos. Es decir, la frecuencia de transacción importa. Pero, por lo general, solo se elige una vez la universidad, por tanto, no hay experiencia para discernir correctamente sobre esta.
- La calidad de una universidad es difícil de observar y puede evaluarse de distintas maneras.
Todo ello ha llevado a elecciones sub-óptimas, y por eso proliferaron y crecieron las universidades de mala calidad. 2. Porque hubo demanda creciente que no varió por la calidadHay quienes decían que las universidades de baja calidad iban a desaparecer porque la gente iba a saber que son de mala calidad. Pero eso no fue cierto.
A pesar de que muchos sabían que su universidad es mala (o al menos tenían mala fama), en el imaginario estaba la idea de que “tener un título universitario es mejor que no tenerlo”. Y aunque las estadísticas demuestran que esto no es así, las personas siguieron yendo a esas universidades basándose en esta idea. Es decir, hubo inelasticidad en la relación calidad/demanda. Por el contrario, incluso siguió creciendo la demanda por educación universitaria, sin importa de qué calidad eran.
Además, las universidades tuvieron cierto poder de mercado sobre los estudiantes y familias: así sean de mala calidad, ofrecían facilidades de pago, becas o una ubicación privilegiada que, junto con feroces estrategias de marketing, llevo a que las familias terminaran optando por ellas. Es decir, la calidad no fue la única variable al momento de elegir.
¿Por qué es necesario regularlo?
Junto a estas fallas que explican en cierta forma el fracaso de las leyes de mercado para regular nuestro sistema universitario, hay otras fallas que han llevado a la necesidad de regularlo.
1. Por los altos riesgos.Un principio básico del mercado es el poder arriesgar: Uno arriesga cuando pone una empresa o cuando compra un nuevo bien. Si fracasas habrás tenido una pérdida económica. No te compromete directamente: El principio del intercambio es que cambias algo que, aunque suene redundante, puede ser cambiado; puedes dejarlo, quizás por algo que consideras mejor y que al hacerlo, no te ves comprometido directamente. Por el contrario, el riesgo es muy alto cuando se trata de la educación.
Se pone en riesgo la única oportunidad para muchos de poder surgir. Es algo que incluso no puede ser revertido (te pueden devolver tu dinero, pero el tiempo y todo lo puesto en la educación, al ser inherente a la vida misma no vuelve). Por ser algo de tan alto riesgo para el florecimiento humano no puede dejarse a leyes del mercado que si permite el riesgo.
El riesgo supone que cuando un bien o servicio fracasa, salga del mercado. Sin embargo, la salida de universidades, así sean de baja calidad, supone altos costos sociales. Por tanto, no puede permitirse la salida frecuente de estas.
2. Porque hay externalidades que el mercado no asume de forma óptima.La educación produce externalidades positivas. Ello significa que educar a una persona no solo sirve para que este mismo se beneficie sino beneficia a la sociedad en general (pues a través de la educación se imparte normas y valores para la convivencia social; se da herramientas para la movilidad social, reduciendo así los problemas derivados de la desigualdad social; se brinda capacidades que permiten mejorar la productividad (capital humano) y una mejora de la productividad supone un crecimiento económico que beneficia a todos). No es como el comprar zapatillas que solo beneficia al que las usa. Pero resulta una falla de un mercado, porque sin intervención o regulación, el mercado solo brindará servicios para cubrir la demanda individual pero no la social, produciéndose así que no se alcance el óptimo social.
Reflexión final:
Los argumentos presentados han permitido mostrar porque el modelo de regulación de mercado que optó nuestro país para regular la educación fracasó: la educación, desde una óptica económica, no funciona como otros mercados, sino que presenta una serie de fallas. Fallas que llevan incluso hacer necesaria la regulación para que la educación sea de calidad, es decir, que sea capaz de alcanzar sus propios fines. Esa apuesta por otro tipo de regulación es justamente por la que se ha apostado en la Reforma Universitaria que se viene dando desde el 2014. Hay que esperar a ver los resultados de este nuevo tipo de regulación, pero lo cierto es que no se podía dejar más a la simple regulación de mercado el futuro de millones de jóvenes, que ven en la educación la esperanza para mejorar su futuro.
[1] Por citar algunos ejemplos, se puede ver:-Yamada, G; Lavado, P; y Martínez, J (2014). ¿Una promesa incumplida?: la calidad de la educación superior universitaria y el subempleo profesional en el Perú-Sinease (2013). Educación Superior en el Perú: Retos para el Aseguramiento de la Calidad-Cuenca, R; y Reátegui, L. (2016). La (incumplida) promesa universitaria en el Perú