La economía es comúnmente definida como el estudio de la administración de recursos disponibles para la satisfacción de las necesidades humanas. Asimismo, la administración implica una toma de decisiones de individuos, organizaciones y el Estado para asignar esos recursos escasos. Pero, ¿qué razonamiento hay detrás de esas decisiones? ¿Se cumple en la vida real el supuesto que solemos asumir en nuestras clases de Economía de que todas las decisiones son racionales? ¿Qué motivaría a un individuo a tomar una decisión irracional? La neuroeconomía, una disciplina que está adquiriendo mayor popularidad en los últimos años, busca responder dichas preguntas. A continuación, Boceto te informa todo acerca de esta nueva disciplina.
La neuroeconomía es una disciplina que emplea elementos de distintos campos de estudio, tales como economía, psicología, neurociencia, entre otros; para estudiar el cerebro humano mientras toma decisiones de carácter económico. Uno de los pilares centrales de esta disciplina es que los agentes no siempre toman decisiones racionales. En el ámbito económico-financiero, ello se manifiesta en distintas ocasiones. Por ejemplo, ante una caída en el precio de las acciones, se esperaría que el inversionista las venda; sin embargo, muchos prefieren mantener su posición. Evidentemente, la mayoría de nuestras decisiones no se basan enteramente en la razón, sino que las emociones, las intuiciones y los sentimientos también juegan un rol principal.
Los investigadores de esta disciplina pretenden analizar aquellos factores que influyen en la toma de decisiones económicas y, para ello, recurren a experimentos. Estos consisten en observar los cerebros de un grupo de personas mientras estas desarrollan juegos o ejercicios mentales. Luego, los neurocientíficos analizan que áreas del cerebro se han activado durante la toma de decisiones a través de tecnologías de imagen, tal como la resonancia magnética.
Uno de los experimentos más célebres es el juego del ultimátum. El juego consiste en reunir a dos desconocidos y entregarle dinero (por lo general, 10 dólares) a uno de ellos. A este jugador se le solicitará que divida el dinero con el otro jugador, quien podrá aceptar o no. En caso el otro jugador no acepte la cantidad que ofrece su compañero, ninguno recibirá el dinero.
Recordaremos de nuestras clases de Microeconomía I que más es mejor que menos, por lo que el segundo participante debería aceptar cualquier cantidad que se le ofrezca, ya que será mejor que no recibir nada. Recordaremos de nuestras clases de Microeconomía II que el Equilibro de Nash también sería aceptar cualquier cantidad que se le ofrezca. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el segundo participante optaba por rechazar si el primero le ofrecía sumas pequeñas de dinero.
La teoría económica no puede explicar dicho resultado, la neurociencia sí. Tras realizar el análisis respectivo, se observó que los participantes que rechazaban las pequeñas cantidades tenían niveles altos de activación cerebral en la ínsula, área relacionada con sentimientos de repugnancia. Asimismo, sujetos con altos niveles de testosterona también rechazaban los pequeños montos. Es posible que estas personas estén dispuestas a perder dinero a fin de que el otro jugador reciba un castigo por tratar de abusar de su posición de poder. Por otro lado, sujetos con altos niveles de oxitocina, hormona relacionada con los niveles de confianza y empatía, ofrecían cantidades mucho más generosas.
Si bien estos experimentos se realizan aún en grupos pequeños, la neuroeconomía está empezando a ganar más adeptos y ya existen iniciativas para analizar el comportamiento de grupos más grandes, como un mercado específico.