El primer año en la UP define mucho de cómo serán tus futuros 5 (u 8) años como estudiante. Aunque no lo sepas aún, puede ser el comienzo de todo lo que no quisieras que empiece, pero la emoción y metas de superación profesional que te caracterizaron en tu entrevista y/o segunda pre serán las bases de tu voluntad de líder responsable para el mundo. Por ello, permite a un estudiante magullado por malas decisiones en esta etapa a orientarte mediante una historia de un buen amigo recién ingresante (no tan completa, le quita lo interesante a la aventura).
Mi buen amigo G.I.L., después de celebrar como se debía su ingreso en su casa de playa en Lurín, preparó todo lo necesario para su primer día en la universidad. Él se graduó de secundaria, pero su sentido común y el contenido de su mochila recién estrenada eran clásicos de todo un colegial: 4 cuadernos para cada curso, cartuchera repleta de útiles redundantes y reciclados, y una agenda, “por si acaso” aclaró seguro de su decisión.
Al llegar su gran día, subestimó su mala suerte y al tráfico limeño, por lo que llegó tarde a su clase de Nive Mate. Se puede rescatar que gracias al TIVU no estuvo tan perdido en los pabellones ni edificios de nuestra acogedora universidad. Ante un corto y satírico reproche del profesor por su impuntualidad, su fama de bromista del salón salió a la luz, pensó en voz alta “No estoy tarde, ustedes están temprano”. Después de las nulas risas ahogadas y del silencio general, procedió a sentarse derrotado en la parte de atrás del salón. Por suerte su profesor no tomaba asistencia y fue piadoso de su comentario, pero la fama de G.I.L. no se lo iba a quitar nadie.
Al terminar sus clases de la mañana era la hora del almuerzo. No se le ocurrió llevar el suyo ante el presentimiento de que no habría manera de calentarlo, se fio del menú del sexto (el cual a primera vista encontró poco apetitoso y nada tentador). Para su sorpresa y consejo de su primer amigo de universidad, se enteró de la existencia de restaurantes fuera de la UP. Adaptarse, sobrevivir y vencer ante la negación de comer en el sexto o comer fit en las ensaladas del J. Los 20 soles que tenía en su bolsillo para sus gastos del día se evaporaron rápido en esa salida, no pensó en su viejita.
“Después de la comida viene el hueveo” exclamó a sus nuevos amigos (lo adoptaron porque parecía perdido). Para olvidar su horario colador, G.I.L. hizo un esfuerzo sobrehumano para no hablar sobre la u o temas de estudio, simplemente siempre estaba en otras. Durante una de sus conversaciones, aceptó un reto y se descargó Tinder ante la esperanza de matches universitarios fáciles, sacrificando sus últimos megas de memoria interna y su oportunidad de descargar UP Go, BlackBoard o Wabu para el futuro. Hizo honor a su nombre.
Después de comentar anécdotas escolares que nadie quería recordar, se despidieron para iniciar sus primeras sesiones de estudio en la biblioteca. Ante la falta de sentido común y su negación de asistir a bibliotecas desde su última visita productiva a una en 6to de primaria, G.I.L. reservó un cubículo solo para él. 10 minutos de estudio y 30 de procrastinación clásica después, se rindió y se retiro a esperar su siguiente clase en los sillones del sexto (sin cancelar su reserva de 3 horas en el proceso). Su actitud se repetiría los siguientes días, no hace falta mencionar que desaprobó desastrosamente su primera PC
Al terminar sus últimas horas de su primer día se sorprendió de la cantidad de lecturas especificadas en sus sílabos, anotó TODOS los libros señalados como obligatorios para comprarlos en los días siguientes. De paso, planeó ilusionado y decidido su siguiente ciclo: nada menos que 6 cursos y un extraacadémico. En su razonamiento y experiencia de graduado de colegio, él podría manejarlo al igual que manejó 11 cursos durante toda su vida escolar. Para cerrar con broche de oro su primer día, planeó con sus patas del cole como iba a ser su escapada a Asia el fin de semana.
La Vuelta a Clases no siempre es la mejor para el universitario promedio. Mi buen amigo G.I.L aprendió algo tarde y por las malas la diferencia abrumadora entre el colegio y la universidad. El daño ya estaba hecho al reprobar en su primer ciclo Sicología y Nive Mate, pero al menos no jaló ponderado. Sin embargo, fue claro que para el final de ese año y 5 cursos después el siguiente ciclo no lo volvimos a ver por la universidad. A veces se le extraña, pero todos los que lo conocimos tenemos un consejo para gente identificada con una o más de sus características: “No sean G.I.L.”